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Feb

2024

Ana Dolores Palma Lama destaca siempre por su cordialidad, discreción y respeto que transmite a amigos y visitantes de la UDEP. Tras más de cuatro décadas, se jubila, con el reconocimiento de la universidad, su casa.

Por Lucy Vicente Chamba. 20 febrero, 2024.

Lola, como la llaman los amigos, aún recuerda aquella mañana del 7 de julio de 1975 cuando inició con mucha ilusión sus labores en la Central Telefónica de la Universidad de Piura, área clave para la atención y la orientación de alumnos, profesores y visitantes de la universidad.

Desde entonces, Lola es parte de la historia de la universidad y ha contribuido a su crecimiento, desde su rol de administrativa, y, en algunas oportunidades, de formadora de nuevos colaboradores. Ella describe su vida en la UDEP como un viaje de servicio y trabajo responsable, realizado en la Biblioteca, la Secretaría General, en el PAD- Escuela de Dirección y Rectorado, entre otros centros, en los que ha tenido la oportunidad de aportar.

Recuerda que inició en el Edificio Principal. “Aquí funcionaba todo: el Rectorado, la Biblioteca Central, el Centro Médico, las aulas (…) Todos nos conocíamos”, explica. Al preguntarle cómo ve la UDEP de hoy, nos regala una cálida sonrisa y afirma “la universidad es una inmensa preciosura”; y, agrega “tengo toda una vida aquí”.

Nos dice que le gusta mucho el clima de respeto cultivado en la UDEP y desea que se conserve siempre y en todo contexto. Además, destaca las grandes enseñanzas recibidas de Vilma Ruesta y Amelia Garzón, de quienes aprendió “la importancia de un trabajo impecable”; y, guarda especial gratitud a los doctores María Martha Bello, quien fue su jefa de biblioteca; José Ricardo Stock, profesor del PAD; Víctor Morales, uno de los profesores pioneros y rector en UDEP (1977-1984); el exrector Antonio Mabres; y a otros amigos como Rafael Estartús, Isabel Gálvez, Luz González, Fabiola Morales, Ángela Carrasco y Francisco Bobadilla.

Vocación de servicio
Fabiola Morales, exprofesora de la Facultad de Comunicación y del PAD, describe a Lola como una persona discreta, con un gran corazón y con vocación de servicio a los demás. “La conocí en la universidad y nuestra amistad fue creciendo con el tiempo. Siempre destacó porque, sin hacerse notar, solucionaba problemas cotidianos de alumnos y profesores, desde los más simples, hasta las organizaciones más complejas de importantes eventos. Se esforzaba en ofrecer soluciones más allá de lo que se podía esperar”, afirma.

“Siempre estaba cerca de quienes necesitaban ayuda; como estuvo durante una de las épocas más difíciles de mi vida, con mi madre enferma. Nunca me faltó su ayuda y sus visitas continuas y, son muchas las personas que pueden dar el mismo testimonio de Lola”, subraya Fabiola.

Por su parte, Ángela Carrasco, profesora del PAD-Escuela de Dirección, comenta que conoció a Lola en 1991, cuando el PAD inició la Maestría en Dirección de Empresas y Lola asumió la secretaría. “Su trabajo silencioso, oportuno y dedicado, reforzó al equipo de trabajo”, afirma.

“Lola es una persona de pocas palabras y, a la vez, es directa y frontal. Estaba en los detalles y en todos los frentes de su trabajo. A pesar de tener responsabilidades concretas, siempre velaba por el PAD en su conjunto y sabía canalizar cualquier cuestión que no iba bien, con el ánimo de mejorar (…) Sabía, con su estilo parco, estar pendiente de los temas, de las personas. No había horarios ni barreras cuando veía que podía ayudar. Estaba allí haciendo seguimiento y acompañando”, agrega Ángela.

También, expresa que el equipo del PAD de Lima guarda especiales recuerdos del apoyo y ayuda que Lola prestó para el desarrollo de las actividades en Piura. “Incluso, cuando dejo la maestría, Lolita ha sido siempre la persona que da cauce, información, orientación a cualquier requerimiento. Supo también cosechar muy buenas amistades que nacieron en ese entorno de trabajo. Estamos, y estaremos siempre, muy agradecidos por todo su apoyo y dedicación”, destaca.

Formadora de colaboradores
Como varias otras personas que conocen a Lola, en al UDEP, su amiga Gelina Agurto reconoce la paciencia formadora de Lola. “Ella enseña a trabajar bien, sin ruidos ni aspavientos; a respetar a las personas y las normativas; a corregir los errores con buena disposición; y a reconocer los aciertos con justicia”. Gelina conoció a Lola en 1985 y recibió de ella la orientación profesional para ejercer su labor como secretaria de Administración de Empresas.

Lola, señala, tiene un gran sentido de responsabilidad, es súper colaboradora, discreta y prudente. “Como compañera de trabajo es muy solidaria y nunca se apropió del conocimiento para ella sola; siempre se ofrece para lo que pueda ser útil”.

Dante Guerrero, profesor Ingeniería, la conoció cuando era alumno. “La recuerdo como una persona siempre atenta, servicial y muy correcta; en determinados momentos vigilaba las salas de lectura. Siempre tranquila, sonriente, pero firme y clara”, afirma. Añade que tuvo la suerte de trabajar con Lola cuando fue administrador general. “Destaco su profesionalismo y la capacidad para enfrentar desafíos con gracia, siempre con un enfoque positivo que ha elevado el nivel de nuestro trabajo (…). Tiene una habilidad especial para acompañar y colaborar de manera efectiva y silenciosa, con gran disposición para asumir responsabilidades adicionales. Expreso mi más sincero agradecimiento por su invaluable contribución y ejemplo de trabajo bien hecho”, subraya.

Lola es puro corazón
“Lolita, es puro corazón”, expresa Cynthia Gonzales, compañera de trabajo.  De ella, se percibe “su preocupación por que las cosas estén bien hechas, su gran interés porque la cultura de UDEP se viva en cada espacio del campus. Se preocupa por todos, nos cuida y nos engríe con sus detalles en la oficina”, dice.

Por su parte, Lucy Vargas, compañera y amiga desde hace 30 años, resalta la integridad de Lola. “Es una persona de pocas palabras, íntegra, sencilla y leal a sus amigas y a la UDEP. Nos encanta su compañía y también su sentido de humor. Es una gran hermana, una linda tía, querendona y consentidora, especialmente desde la llegada de Sarita Victoria, su sobrina nieta. Se le va a extrañar en UDEP, ella sabe que la quiero mucho”, expresa Lucy.

Todos deseamos que Lola pueda disfrutar de esta nueva etapa de su vida, al lado de su familia que siempre la acompaña. En la UDEP se le extrañará, pero sabemos que este es un hasta luego porque ella nos visitará. Y, como Lucy, Gelina, Dante, Ángela, Fabiola y todos los amigos que ha cultivado durante estas décadas, desde la universidad agradecemos el cariño brindado por Lola y, con las palabras de Cynthia le decimos: “Gracias, por enseñarnos lo que realmente significa la amistad; gracias por tu compañía, tu escucha y tu cariño incondicionales”. Agregamos, “gracias por tu transparencia, tu honestidad, por tu capacidad de servir y de preocuparte por los demás y, por tu gran entrega y amor a nuestra querida UDEP”.

¡Gracias Lola! Eres y serás #SiempreUDEP

Más fotos, en este enlace.

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